
O. es todo risas, no deja de mostrar sus blancos dientes un solo instante. Cae bien, nunca estudió teatro. O. adora a
Eloísa parte con W. hacia el teatro a encontrase con la dueña y preparar unas gacetillas para un próximo evento nacional. Eloísa comenta que debe irse pronto si quiere llegar a tiempo a la lectura. Eloísa suspende lectura.
A la reunión se suma un director joven. Director joven le hace sonrisas y miradas cómplices a Eloísa cuando llega chico lindo. Chico lindo cuando saluda le acaricia la nuca.
La reunión se transforma en un cuereo extremo hacia otros directores y obras que Eloísa conoce. Su papel, ahora, es el de escucha. Prefiere escuchar, o mejor hacerse la que escucha, ya que detesta este tipos de conversaciones regadas de pizza, cerveza y locura. Abre la boca, dice lo que opina sobre lo que se está debatiendo.
Es muy tarde, llueve, y Eloísa decide regresar a su cama. No acepta plata para un taxi, prefiere caminar y tomarse el colectivo. Por suerte logra sentarse, está empapada y tiene frío, con el dedo índice desempaña el vidrio a la altura de sus ojos. El desempañado dura poco y el vidrio no la deja ver la ciudad. Sube una chica con zapatos rosas en sus manos, en sus pies ojotas. La chica se sienta cruzando el pasillo y Eloísa la observa. La chica abre su cartera blanca y radiante, agarra del suelo sus zapatos rosas, de taco, empapados, embarrados, y los mete en la cartera.
Eloísa sonríe y piensa en el largo día que pasó. Le gusta el día que pasó. También piensa en zapatos rosas, de taco, empapados, embarrados dentro de una cartera blanca y radiante.
2 comentarios:
se acaban las vacaciones!!! ahhhhhhhhhhhhh!
saludos
m
Eloísa bien podría convertirse en la musa de alguien.
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