martes, 23 de enero de 2007

Me gusta él


Ese mismo día que lo vi. Cuando todos terminaron de leer esas cosas tan extensas que escriben. Estaba esa chica de pelo negro y rulos, y la otra colorada, y la que se viste como punk y hablaba como mi mamá, o como esas amigas de los buenos gestos a través de las buenas palabras. Se tomaba fernet y se apagaban los celulares.
He vuelto a ese lugar un día que estaba medio oscuro, me agarre fuerte, y después conocí la terracita con árboles. Pero esa es otra historia.
Ese mismo día que lo vi. Me sonaba lo que estaba leyendo, me sonaba de otro lado. Ya conocía eso que él leía, entonces se me prendieron los 25 watts y dije “Está leyendo un poema de Ariel Blabla”. Y no, era un poema de él, y no de la persona ausente (Ariel Blabla). Muy poco memoriosa de las pertenencias literarias.
Ese mismo día que lo vi. Charlamos sobre la posibilidad de que no existan poetas. Desechamos rapidamente la frágil hipótesis. Hacía un rato que el señor de los poemas lindos había terminado de leer los suyos.
Ese mismo día que lo vi. Aparecido bamboleante entre Marcel y Boedo.

Ese mismo día que lo vi, ya lo conocía de antes.

Paso a nivel en Chacarita


Los chicos ponen monedas en las vías,
miran pasar el tren que lleva gente
hacia algún lado.
Entonces corren y sacan las monedas
alisadas por las ruedas y el acero;
se ríen, ponen más
sobre las mismas vías
y esperan el paso del próximo tren.
Bueno, eso es todo.

Fabián Casas.

3 comentarios:

Loyds dijo...

Gran final ese de casas, cuando leí ese poema x primera vez me voló la gorra
Salu2

Eloísa dijo...

Oh, es que es un hermoso poema. Cuando lo leí por primera vez también me sonó la capocha.
Es uno de mis preferidos.
Gracias por la visita!
Saludos.

Anónimo dijo...

A mi también me gusta.